“No nos vamos, si no los llevamos
No nos vamos porque los amamos”
Tegucigalpa, 7 de marzo de 2019 - Ahora que tanta lucha política se establece en los mecanismos judiciales y los juicios se han convertido en una actividad central de los movimientos, hay mucho que decir y compartir desde la mirada feminista de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos ya veterana en estas y otras batallas diarias.
Al menos once días de trabajo sin descanso y múltiples acciones implicaron al equipo de trabajo y muchas miembras de la organización que respondieron al llamado a la solidaridad activa en lo que se estableció como el campamento de resistencia de Guapinol y a partir del 2 de marzo, el campamento feminista Viva Berta.
El campamento se había organizado para establecerse en Utopía en el marco de la conmemoración del asesinato de Berta y lo que el COPINH llama, la siembra de Berta, pero el régimen que persigue a toda la digna defensa de la vida colectiva en el país obligó a que el campamento feminista tuviera su sede en la acera de los juzgados anti extorsión de la avenida la paz, en Tegucigalpa.
Nos juntamos para compartir y reflexionar los aprendizajes de este tiempo y el más potente fue que confirmamos que la dimensión del autocuido como pilar de nuestra propuesta feminista tiene toda la pertinencia y es una necesidad manifiesta en las jornadas de resistencia jurídica. Es a la Red cuando se acude en el caso de que la tensión se desborda y la angustia se apropia de la gente que resiste y bien sabemos que es una política de los poderes de dominación que esto suceda para que se caiga la fuerza y la esperanza.
Aprendimos que las crisis y las emociones son parte de las luchas como lo son la logística y los abogados, sostener la resistencia tiene muchas dimensiones y abordajes.
Aprendimos que las niñas y los niños necesitan jugar y que cuando ellos ríen las personas adultas recuperan fuerza, que jugar frente a un juzgado que criminaliza da más sentido al hacer.
Aprendimos la fuerza del abrazo, del aceite para hacer masaje en las manos, del contacto del cuerpo resistencia, la palabra para cada una y para todas. Fuerza, compañeras, fuerza. No estamos solas. El círculo nos sostuvo.
Aprendimos que la solidaridad emerge en formas diversas, a veces en comidas, en café y en cantos.
La belleza del arte colocó la propuesta vital y estética como la propuesta política que es y acercó a los saberes y gustos de todas y todos. Ahí la trova o la canción católica tuvieron su espacio.
Aprendimos que la manera en que nos acercamos a la gente es crucial para el proceso jurídico, que se necesita la información explicada y compartida, que son tan importantes los que están dentro jugandose la libertad y sus familias y amistades que les esperan con la mirada anhelante.
Son los modos, los tiempos y las actitudes para acompañar estos procesos distintos según como cada quien entiende y puede. El nuestro es la feminista manera de hacer posible la risa y el llanto, la palabra y la comida, el deseo, el miedo y la victoria.