Nos vamos, pero no nos vamos, porque después de tres meses de recibir y dar, este campamento feminista “Viva Berta” se queda en la memoria junto a otros campamentos que han dado al momento histórico en el que vivimos el lugar correspondiente a la lucha y la dignidad del pueblo de Honduras.
Durante muchas semanas hicimos tantas actividades como la creatividad, el ánimo y las colectivas ganas de estar presentes que nos dieron fuerza para sostenernos frente a esta corte donde Roberto David Castillo el coautor del asesinato de Berta Cáceres ha sido juzgado.
Con Berta en el centro del predio recuperado para la esperanza, y latiendo fuerte en nuestros corazones, hemos estado sosteniendo la alimentación, los modos diversos de ser y relacionarnos, el esfuerzo por quedarnos de día y noche diciendo que Berta está multiplicada en nuestras vidas y que ésta también es la justicia para ella.
La Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos, la OFRANEH, y el COPINH, nos hemos arreglado con todas las voluntades y posibilidades para quedarnos junto con otras compañeras y compañeros sacando ese juicio lleno de racismo, clasismo y misoginia, que se hace tras las rejas del edificio de la Corte Suprema de Justicia, a la calle, a la plaza que hoy hemos ocupado por noventa días para hablar sobre los movimientos, la injusticia, las luchas, el deseo de cambiar este país, la necedad de hacerlo a pesar de los enemigos que son tantos contra estas voluntades y también para jugar, sonreír y comer de las manos de otras personas que reconocen el valor de la vida colectiva.
Ha pasado de todo por acá, nos ha sostenido la materialidad y por supuesto la sagrada espiritualidad de nuestros pueblos que nos enseñan de fuerza y resistencia, los humos y llamados, el copal y los puros, las fuerzas de ancestras que protegen las comunidades, nos han protegido.
De las experiencias más hermosas tenemos presente con dulzura la presencia de tantos niños y niñas que encontraron en este lugar un sitio donde existir puestos en el centro de la atención y el cuido; donde aprendieron de Berta, de luchar, de jugar, de vivir bien. Ellas y ellos son lo que representa uno de los pilares de la pedagogía del porvenir que viene acompañada de las palabras y carcajadas de las mujeres mayores que fuman puros y conocen el tiempo; de los compas que están siendo confrontados con una forma de relacionarse con las mujeres que son sus compañeras de ternuras y sueños, de las juventudes urbanas que han reconocido otra vez lo bien que pueden llevarse sus carreras universitarias con el fino tejido de los pueblos que les enseñan de cómo se vive con las otras maneras de conocer.
Como lo hizo Berta Cáceres, amiga de la palabra común, el campamento ha sido el espacio de muchos encuentros y no pocas dificultades; el sitio donde se puede probar si es que de verdad estamos dispuestas y atentos a vivir otro país posible donde tengamos que estar cerca y conocernos con respeto y diálogo.
Nunca más la Corte será sólo un lugar para la corrupción, la trampa porque aquí no sólo vienen la gente del pueblo a buscar justicia y pocas veces encontrarla; pero ahora la huella profunda de este tiempo vivido con tanta intensidad, alegría, cansancio y fuerza quedará para la historia nuestra.
El campamento levanta su vuelo con la fuerza de los tambores y las palabras de los grandes espíritus que nos rodean y con todas las energía que ha aprendido, atesorado y multiplicado va a posarse por otros lugares en el que se autoconvoque la fuerza y picardía de Berta, tan urgente y necesaria como siempre; y la de las otras personas que vamos intencionando que un día la justicia acampe en esta tierra amada.
¡Berta Vive y el Campamento Feminista sigue y sigue!
Tegucigalpa, 5 de julio de 2021