En los comienzos del mes de julio y bajo el cielo de pinos y lluvias esperanzadoras de Siguatepeque, desafiando ocupaciones, malestares físicos, agendas recargadas nos reunimos representantes de las organizaciones que formamos la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras y las participantes individuales en nuestra Asamblea. Como siempre nos encontramos entusiastas, alegres y con el gusto de sabernos juntas. Pusimos nuestro pensamiento común y las experiencias del caminar para hacer un análisis de la realidad que vivimos y tomar acuerdos y decisiones que nos sigan señalando la ruta de nuestro quehacer organizativo.
En el análisis de contexto concluimos que seguimos viviendo en un sistema de opresión capitalista, racista y patriarcal en el cual los medios de producción siguen estando en manos de las personas que lo sostienen; eso explica el alto índice de desalojos sobre las tierras, el alza de la canasta básica y la inseguridad alimentaria en los territorios, los precarios empleos, el limitado acceso a servicios básicos, la violencia creciente a todos los niveles y el crecimiento de la migración forzada de personas del país que buscan la vida en otra parte.
Ante la descomposición social que nuevamente coloca a Honduras como un país de peligrosidad altísima para defender derechos humanos, la respuesta del gobierno es el fortalecimiento del régimen policial-militar, y las políticas de seguridad que incluyen un estado de excepción permanente, cambios en las leyes penales, y la construcción de cárceles y mecanismos de persecución a quienes se consideran enemigos del país. Mientras tanto, las empresas, terratenientes e inversionistas son elementos activos, agresivos y beligerantes en la apropiación y saqueo de territorios para sus proyectos de enriquecimiento.
Las mujeres y comunidades vivimos escaladas de agresiones contra los cuerpos y los bienes comunes de parte de diversos perpetradores, persecución por las luchas que encaminamos, desapariciones frecuentes y masivas, de ahí la necesidad de seguir organizándonos con determinación para hacerle frente a esta realidad. Honramos la lucha campesina que enfrenta la violencia organizada en sus territorios, la persistencia del movimiento feminista contra la violencia y por la defensa de nuestro territorio cuerpo frente a las políticas fundamentalistas, la perseverancia por la justicia para Berta Cáceres, la dignidad de los pueblos indígenas en la lucha y resistencia para la reocupación de sus territorios ancestrales, y la sostenida lucha de todas las miembras de la Red Nacional de Defensoras en todas las latitudes de Honduras por una vida con justicia, belleza, seguridad material y felicidad.
En este tiempo hay victorias que reconocemos producto de nuestras luchas y haceres como la consecución del decreto 18-24 que devuelve la zona núcleo al Parque Carlos Escaleras -que fue concedida a la minera Pinares- y da protección a todos los parques nacionales; la instalación de la Comisión de Alto Nivel para el cumplimiento de las Sentencias Internacionales (CIANCSI) a favor del pueblo garífuna; el inicio de la medición y titulación de tierras para las comunidades de la península de Zacate Grande.
Acordamos:
Continuar generando espacios de discusión, reflexión autocritica y transformación para el fortalecimiento interno de esta Red, reconociéndonos como un espacio articulador de diversas luchas.
Fortalecer la organización popular, feminista, antirracista y anticapitalista para hacer frente a la situación actual incrementando la conciencia social y política de nuestras organizaciones, poniendo en valor que transformamos la lucha donde el cómo hacemos el activismo es muy importante para erradicar la cultura política misógina de la descalificación y el abuso de poder en nuestras colectividades.
Nos declaramos en alerta:
En la continuidad a nuestras luchas: seguiremos recuperando territorios que nos pertenecen como pueblos ancestrales; defendiendo la vida y el cuerpo de las mujeres ante las agresiones machistas, movilizándonos para exigir la justicia que nos corresponde por las defensoras criminalizadas, perseguidas y asesinadas, fortaleciendo nuestra asamblea con la participación de las mujeres disidentes, trans, lesbianas, bisexuales que luchan contra el régimen político heteropatriarcal.
Reconociendo la situación de alta peligrosidad y vulnerabilidad como defensoras acordamos desarrollar procesos concientes y organizados de protección integral feminista en todos los niveles y sentidos.
En la exigencia de la confirmación de las sentencias para los 8 asesinos de nuestra compañera y hermana Berta Cáceres, y que se deduzca la responsabilidad contra los autores intelectuales todavía en impunidad.
Hacer respetar la lucha y voluntad popular en los logros que hemos tenido por años de esfuerzo y que los mismos no sean instrumentalizados como alcances del gobierno y se queden en letra muerta o mesas paralizantes de negociación, como el caso del decreto 18-24, la CIANCSI, y otras victorias populares.
Poner en el debate público la impunidad, y no nos quedaremos calladas ante la violencia estructural del sistema, y la violencia patriarcal en las organizaciones y movimiento social, y frente a esto continuar haciendo propuestas de vida que fortalezcan nuestras utopías.
Seguir construyendo nuestras propuestas de solidaridad a las luchas del pueblo hondureño y de otros pueblos frente a las políticas neoliberales y racistas de exterminio de vidas, culturas y territorios como es el caso de Palestina, países de África o Haití, las mujeres saharauis, feministas nicaragüenses y salvadoreñas.
¡No somos criminales, no somos delincuentes, somos defensoras feministas y del medio ambiente!
¡Que callen las armas, que cante la vida!
¡Faltan los Atala!
¡Defender para vivir y vivir bien!
Siguatepeque, Comayagua. 7 de julio de 2024