SOMOS RESISTENCIA, SOMOS ABRAZO, 15 años de Protección Integral Feminista.

Este 2025, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) cumplimos 15 años de existencia. Desde nuestro nacimiento, en abril de 2010 en Oaxaca, México, en el marco del 1er Encuentro Regional de Defensoras de Mesoamérica, hemos honrado y construido juntas el pacto de cuidarnos para protegernos de las violencias que pretenden silenciar nuestras luchas que son semillas de cambio, rebeldía y transformación para hacer de este mundo un lugar más justo, igualitario y habitable para todas las personas. 

Nuestra experiencia y aprendizaje cuidándonos entre defensoras de diferentes luchas, movimientos y lugares han fructificado en la Protección Integral Feminista (PIF). En estos quince años nos hemos protegido a través de redes de defensoras y nos hemos acompañado para enfrentar, sobrevivir y trascender las violencias. 

Somos resistencia

A lo largo de estos quince años, las políticas represivas y las violencias en nuestra contra no sólo no han cesado, sino que han adoptado nuevas formas y se han intensificado. Desde 2010 hasta el 30 de junio de 2025, hemos registrado y documentado 46,785 agresiones contra al menos 8,982 defensoras y 1,053 organizaciones en México, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala. 

Asistimos al repunte de políticas represivas, ideologías ultraconservadoras y gobiernos autoritarios en Nicaragua y El Salvador; mientras que en toda la región vemos como se agudizan las desigualdades, el despojo capitalista, el extractivismo, el control del crimen organizado y la violencia social. 

Nuestra acción pone en riesgo los intereses de los poderosos, y su respuesta no es otra que la violencia: nos asesinan por buscar a nuestros hijos e hijas; nos desaparecen, nos criminalizan y nos encarcelan por defender el territorio, denunciar la corrupción o por oponernos a gobiernos totalitarios; nos reprimen por reivindicar nuestros derechos sexuales y reproductivos o el derecho a una educación pública de calidad; nos agreden en redes sociales, con insultos y mensajes misóginos, por ser feministas y expresar nuestra opinión; nos amenazan, nos difaman, nos hostigan en los territorios físicos y también en los virtuales.

Dentro de nuestros territorios e incluso más allá de las fronteras nacionales vemos como autoridades públicas, fuerzas de seguridad del Estado, integrantes de partidos políticos, empresarios, elementos de seguridad privada, paramilitares, fundamentalistas religiosos, grupos anti-derechos, miembros del crimen organizado, entre otros, se articulan y organizan para reprimir y silenciar nuestras luchas y las de nuestros movimientos y organizaciones con el objetivo de perpetuar el sistema que les enriquece. 

Lamentablemente, también hay compañeros de nuestras organizaciones y comunidades o entornos cercanos que nos agreden y discriminan por ser mujeres o identidades sexo-genéricas disidentes que transgredimos los mandatos patriarcales para convertimos en defensoras de derechos humanos.  

Vivimos tiempos difíciles por la voracidad y la crueldad del capitalismo, racista y patriarcal. Asistimos a genocidios transmitidos en directo ante la mirada pasiva y cómplice de la mayoría de gobiernos. La guerra y la violencia extrema, la devastación total de la madre tierra y de los pueblos que conviven en paz con ella, son un lucrativo negocio más para la criminal maquinaria capitalista. En este marco se fortalece la ultra-derecha y los fascismos, se consolidan los autoritarismos, los Estados se usan para los intereses privados de corporaciones y proliferan las neoverdades y la desinformación que pretende normalizar el  odio, el clasismo, el racismo,  la misoginia,  la xenofobia y del odio contra las disidencias sexo-genéricas. 

En este contexto proliferan las alianzas internacionales que aprovechan la inseguridad, el miedo y la desinformación para ejercer control social y vigilancia, manipular las narrativas, justificar guerras, aumentar el extractivismo y el poder de las empresas tecnológicas para expandir su influencia estratégica e incrementar sus beneficios. A las élites de estos tiempos nos les importa el futuro, saben que los recursos del planeta son escasos y que los impactos socio-ambientales de su modelo de desarrollo son elevados, así que hacen lo que haga falta para mantener el apartheid ecológico que les permita sobrevivir. 

Presenciamos una crisis profunda del multilateralismo. Tratados, acuerdos e instituciones creadas para velar por los derechos humanos y evitar los abusos del poder son negados, cuestionados y deslegitimados por las grandes potencias. En este marco también advertimos la crisis de los modelos organizativos globales de las redes internacionales y ONGs que se crearon en torno al paradigma y la institucionalidad de los derechos humanos. 

Somos abrazo 

Frente a este escenario de colapso, nosotras defendemos, cuidamos y hacemos florecer la vida. Tejemos otra realidad que se gesta en nuestras comunidades y barrios, construimos alternativas de vida digna y otros paradigmas contrahegemónicos que son alivio, sanación, justicia y esperanza. Honramos a nuestras ancestras y al legado de nuestras luchas, y nos organizamos para defenderlo. 

Por ello, durante estos quince años también ha crecido nuestra capacidad colectiva para protegernos y resguardar nuestras vidas y nuestro trabajo en defensa de los derechos humanos. Hoy, en la IM-Defensoras, nos articulamos más de tres mil defensoras y 240 organizaciones a través de las redes nacionales de defensoras y las redes de solidaridad tejidas en México, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala. 

Hemos hecho y refrendado nuestro Pacto de cuidarnos, lo que significa que nos organizamos en cada país y regionalmente para protegernos, que nos acompañamos entre defensoras en momentos de riesgo, que atendemos el cansancio y el impacto de las violencias, que nos movilizamos en los territorios para acuerparnos y fortalecer nuestras capacidades de protección desde nuestros saberes y realidades diversas. 

Desde 2010 hasta la fecha hemos acompañado a más de 26 mil defensoras, familiares y organizaciones en situación de riesgo; hemos documentado la violencia en los territorios de nuestra región a través de nuestro Registro Mesoamericano de Agresiones a Defensoras; hemos impulsado la cultura y la práctica del autocuidado, el cuidado colectivo, la sanación y los cuidados digitales como herramientas fundamentales para la sostenibilidad de nuestras luchas, y contamos con varios espacios de acogida y/o de respiro y sanación para defensoras.

Desde las necesidades y narrativas de las defensoras en sus contextos y una mirada feminista e interseccional, hemos construido una voz propia y desarrollado diversas estrategias de comunicación e incidencia para la protección en alianza y solidaridad con organizaciones y movimientos de diferentes partes del mundo. También hemos movilizado recursos para fortalecer nuestra protección y sistematizado los aprendizajes de nuestro marco político-estratégico y de nuestra práctica. 

Nada de esto hubiera sido posible sin el compromiso, el esfuerzo, la sabiduría y la generosidad de toda la gente, compañeras, compañeros, compañeres, organizaciones, donantes, mecanismos de derechos humanos y otras instancias con quienes nos hemos ido encontrando y tejiendo alianzas a lo largo del camino. 

Ante un contexto global donde la brutalidad de los poderes opresores nos hace sentir que no hay nada que celebrar, nosotras decimos: 

¡Celebramos nuestra resistencia y nuestra terquedad de seguir vivas y luchando contra este sistema de muerte! 

¡Celebramos el pacto de abrazarnos y de hacer del cuidado el centro de nuestra acción política y del mundo que queremos construir! 

¡Celebramos porque honramos las luchas de nuestras ancestras y toda la alegría y la esperanza que nos legaron!

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