Iniciativa Nicaragüense de Defensoras de Derechos Humanos - Una marcha en demanda del derecho a ser y vivir públicamente como sos, un desfile de colores, música y algarabía celebrando con orgullo ser parte de la diversidad sexual, es el fruto de muchos años de lucha y resistencia.
Nicaragua celebró la tarde del 28 de junio el día por los derechos de la comunidad LGBTIQ con una exitosa caminata en Managua de unas tres mil personas; y actividades en diversas ciudades del país, como Matagalpa.
La marcha fue organizada por una articulación de organizaciones por los derechos de la diversidad sexual, feministas y activistas LGBTIQ, quienes gestionaron condiciones para la llegada de delegaciones de diversos territorios.
A la actividad, en la carretera a Masaya -muy central de Managua-, se sumaron de personas auto-convocadas, que celebran con orgullo el derecho a expresarse en libertad.
Este año, la caminata fue encabezada por un grupo de familias orgullosas de sus integrantes LGBTIQ. Las defensoras conversamos con varias trans quienes expresaron de manera unánime la importancia que tiene la aceptación familiar, principalmente de sus madres.
Una joven trans de Granada nos dijo: “Sí mi madre me acepta y está conmigo las críticas del resto del mundo no me importan”. Otra se refirió así: “Si tengo el amor de mi madre, nada me detiene para luchar por mis derechos, mi madre nos ama a todas” dijo refiriéndose a sus amigas trans.
La mayoría de asistentes no organizadas eran jóvenes, en su mayoría homosexuales y trans.
Conversando con otras activistas feministas y defensoras de derechos humanos, concluimos que este empoderamiento significa un logro importante para los derechos sexuales, en cuanto la auto aceptación y la ruptura del estigma social que oprime desde la intimidad familiar hasta el ámbito público.
Seguramente tendrán que bregar con muchos retos para alcanzar la plenitud de derechos pero la brecha ya se ha roto...
Otros aspectos positivos de la caminata fueron el reguardo y respeto de la Policía Nacional y el acompañamiento de los medios de comunicación afines al Estado.
Poco antes de llegar adonde culminaría la caminata, la lluvia dispersó a la multitud. Las y los caminantes se refugiaron, en su mayoría, en una gasolinera la cual se convirtió en el espacio para la fiesta y tribuna del acto de clausura.
Las palabras de David Rocha irrumpieron la lluvia que arreciaba y la música, como un trueno lleno de emociones recapituló la historia política, que a pesar de los pendientes, se puede celebrar:
“El 28 de junio de 1969 en el bar newyorquino Stonewall Inn, la voz desgarradora de una trans de ascendencia latina gritaría: Gay Power!. Con este grito Sylvia Rivera iniciaría una serie de sucesos violentos que llevarían a la libertad del movimiento LGBTI en Estados Unidos. El eco de esa mujer trans pariría diversos grupos que hoy se toman las calles cada 28 de junio para celebrar el orgullo de ser diferentes.
En Nicaragua un primer suceso de nuestra historia reciente que marca la lucha de nuestra diferencia es el asesinato de Anastasio Somoza García en 1956 por manos de Rigoberto López Pérez, pues aunque en la historiografía oficial no se asuma a este como homosexual, es un secreto a voces que el poeta leonés mantuvo relaciones amorosas con Rafael Corrales. Este suceso marcaría la hora cero de la lucha del deseo diferente.
Hoy celebramos la doceava marcha del Orgullo LGBTI. Sin embargo, nuestras memorias develan un período largo de luchas constantes. Es la hora cero para darnos cuenta que sin feminismo no hay orgullo, que sin sororidad no hay orgullo, que si no terminamos con la lesbo, homo, transfobia dentro de nuestro movimiento no hay orgullo, que si no visibilizamos el orgullo bisexual e intersexual no hay orgullo, que sin posicionamientos críticos no hay orgullo. Es la hora cero para pensarnos desde nuestras diferencias y saber que no somos una maza comerciable ante el financiamiento internacional, que somos más que siglas, que no somos homogéneos y que tenemos demandas diversas, que somos sujetos y sujetas capaces de ser libres. Es la hora cero para dejar de resistir y asumir el escenario político para subvertir el presente y avanzar hacia el futuro.
