Te escribimos defensoras de derechos humanos de México, Honduras, El Salvador y Nicaragua articuladas en la IM-Defensoras.
Lo hacemos para celebrar que recientemente la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de El Salvador por criminalizarte, perseguirte, condenarte, por haberte dejado morir sin el abrazo de Doña Anastasia(tu mamá) y Don Tomás(tu papá), sin que pudieras despedirte de tus hijos: Jesús y Tomás.
Te dejaron morir de cáncer, esposada a una cama, sin atención médica y condenada a 30 años de prisión por haber tenido una emergencia obstétrica causada por el linfoma de hodgkin que padecías y que no fue oportunamente tratado.
Dejaste dos hijos pequeños, miles de compañeras indignadas en todo el mundo y una lucha que ya lleva más de 10 años.
Manuela, ya no podemos abrazarte, pero sí podemos escuchar el eco del grito de ¡Justicia! que vibra en toda la región.
No podemos contarte cuánto has inspirado nuestras luchas, pero sí podemos decirte que gracias a tu historia y a la perseverancia de tu familia otras no pasarán por lo que has pasado.
Naciste en El Salvador, uno de los países con las leyes más restrictivas, violentas y anti-derechos en el mundo para las mujeres y para todas las personas que pueden gestar.
Un país en el que las mujeres luchamos por nuestra vida, nuestra libertad y salud sexual y reproductiva. En el que muchas organizaciones y redes como la Colectiva Feminista, la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto o la Red Salvadoreña de Defensoras de Derechos Humanos, nos organizamos con el movimiento feminista para hacer valer nuestros derechos.
Un país en el que seguiremos luchando para que cada mujer tenga el derecho a decidir sobre su propia vida, donde tengan acceso al derecho al aborto en todas sus formas y el valor de la vida de las mujeres y todas las personas gestantes sea garantizado. Y sí que será ley.
Querida Manuela, tu lucha y la de tu familia son una inspiración. Se han mantenido firmes, defendiendo tu inocencia y tu derecho a vivir. Hoy, hacemos eco de las palabras de Jesús, tu hijo mayor que orgulloso dice: “Me siento alegre porque el nombre de ella está limpio”.
Hoy nos alegramos porque la sentencia de la Corte Interamericana nos da la razón a las que siempre creímos que el Estado se equivocó al condenarte. El Estado salvadoreño te falló, así como le ha fallado a muchas mujeres a quienes ha encarcelado injustamente. Nos ha fallado a todas.
Ahora El Salvador debería reformular sus restrictivas leyes en contra del aborto y asegurar justicia y reparación en tu caso y en el de otras mujeres condenadas por accidentes obstétricos y por decidir sobre sus cuerpos. Nos aseguraremos que así sea.
Manuela, estás en nuestros corazones y, ahora, en la historia de toda la región latinoamericana. Te recordaremos cuando el aborto sea ley en toda la región y pronunciaremos de nuevo tu nombre como semilla de esperanza y de justicia.