Durante los primeros nueve meses del 2023, entre enero y septiembre, hemos registrado de manera preliminar 4,456 agresiones contra defensoras, organizaciones y acciones colectivas de defensa de derechos humanos en El Salvador, Honduras, México y Nicaragua. Esta cifra sigue la tendencia de 2022, que dejó un saldo de 4,803 agresiones.
Con dolor e indignación dimos cuenta de que al menos 6 compañeras fueron asesinadas: Marleni del Carmen Reyes, defensora del derecho a una vida libre de violencia, en El Salvador; Juana María Martínez, defensora del pueblo indígena Pech, y Soraya Alvárez, defensora trans de los derechos LGBTI, en Honduras; Teresa Magueyal Ramírez, defensora buscadora del colectivo “Una Promesa por Cumplir”; Ivanna Pantoja, defensora trans de los derechos LGBTI, y Zulema Guadalupe Ramírez, defensora de los derechos laborales integrante de la Red de Trabajadoras Sexuales, en México. Muchas otras compañeras sufrieron intentos de feminicidio. Todos estos ataques continúan sin ser investigados y sin que se haga justicia para las familias y organizaciones de las defensoras que perdieron la vida en la búsqueda de un mundo mejor para todas.
Los Estados, a través de policías, militares y autoridades públicas siguen siendo nuestros principales agresores. Detrás de sus acciones están grupos de poder que detienen y desaparecen en nombre de la seguridad, como en El Salvador; que pretenden mantener el poder colonial a través de un golpe de Estado, como en Guatemala; que mantienen una lógica extractiva que despoja a las comunidades de sus lugares de vida, como en Honduras; que imponen el terror en territorios controlados por el crimen organizado, como en México; o que se perpetúan a través del ejercicio totalitario del poder, como en Nicaragua.
Nos agreden porque desde nuestra diversidad de luchas e identidades, combatimos las políticas represivas impuestas por un sistema capitalista, racista y patriarcal y nos rebelamos contra quienes nos quieren sumisas y calladas; porque frente a esta cultura de muerte, nosotras tejemos redes que sostienen la vida, sanando y cuidando nuestros cuerpos y territorios, fortaleciendo nuestras luchas y nuestra convicción de que otro mundo es posible.
Ante la barbarie de la guerra y el expolio que mata a nuestras hermanas de Palestina, a las migrantes que cruzan las fronteras europeas y de los Estados Unidos, que sigue usando nuestros territorios para satisfacer sus lujos y privilegios, nosotras vivimos la realidad de la solidaridad, el acuerpamiento, el cuidado y la justicia feminista y la alegría que viene de la rebeldía.
En la IM-Defensoras sabemos que el año que llega no será diferente al que se acaba, sabemos que incluso puede ser peor... No obstante, sabemos que no solo en Mesoamérica, si no en todo el planeta, somos multitud las defensoras de derechos humanos que luchamos contra todo esto, que seguimos apostándole a la vida y que un día tras otro logramos pequeñas y grandes victorias en nuestros barrios y ciudades, en nuestras comunidades y territorios.
Es por ello, que este 2024 lo iniciaremos como acabamos 2023, reafirmándonos en nuestro pacto de cuidarnos y nuestra apuesta por la Protección Integral Feminista, como ese gran abrazo colectivo que cobija a las compañeras que día tras día transforman el mundo.